Podemos platicarles de la historia del OAN, pero creemos que es inolvidable el que la conozcan de quienes la hicieron. Experiencia que se vive al abrir las páginas de los libros con más de cien años. Sabemos que estos libros guardados en lugares especiales, no estan accesibles a todos, pero al transcribirlos y dejarlos en este medio, quedan abiertos a quienes esten interesados en leerlos. En ellos, creemos que podemos brindarles, además de la historia, el amor y cariño de muchos mexicanos hacia su trabajo y hacia nuestra Patria.
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Saben tal vez, nuestros lectores que en Abril de 1887, se reunió en París un Congreso Internacional Astronómico a propuesta del Sr. Mouchez, y por invitación de la Academia de Ciencias, con el fin de tratar sobre la importante cuestión de la formación de la Carta Celeste, por medio de la fotografía.
El sabio Director del Observatorio de París, llegó a creer con sobrada justicia, que era llegado el momento de emprender un trabajo que aunque gigantesco, contaba para su realización, con los notables adelantos que se han alcanzado ya en la fotografía celeste y con el concurso de diez o doce observatorios, de cuya adhesión al pensamiento tenía sobradas pruebas. Los importantes trabajos de varios astrónomos de nota, en cuyas manos la fotografía estelar, había llegado a un grado de perfeccionamiento inesperado, como los de los Sres. Pickering en el Observatorio de "Harward College" en Cambridge (Estados Unidos) y Hermanos Henry en el Observatorio de París, así como otros también notables, hechos en Inglaterra; hablaban muy alto para creer que por ningún motivo fracasaría el noble y elevado pensamiento del Sr. Mouchez, de legar al siglo XX la obra más grandiosa en astronomía en que se ha podido pensar el genio del hombre. Son más de veinte millones de estrellas, que sin duda, puede revelar la fotografía en un tiempo y con gastos relativamente cortos, los muchos problemas que vendrán a ser resueltos en lo venidero, gracias a la precisión, alcance y autenticidad que ofrece la fotografía; forman el aliciente más poderoso para que el astrónomo del siglo XIX, procure cerrar su período con un trabajo digno de él. Tocole la iniciativa a un ilustre astrónomo francés, en cuya virtud, la Academia de Ciencias dirigió a varios astrónomos la siguiente invitación:
"París, 15 de octubre de 1886.--- Señor: Los grandes progresos realizados en la fotografía celeste de algunos años a esta parte y las notables fotografías de estrellas recientemente obtenidas por los Sres. Henry en el Observatorio de París, han dado lugar a que algunos astrónomos crean que ha llegado el momento de que se emprenda la construcción de la Carta del Cielo por medio de la Fotografía. Este gran trabajo, que tendría sin duda grande importancia para los futuros astrónomos, podría ejecutarse fácilmente en pocos años si diez o doce Observatorios bien repartidos sobre el globo pudiesen dividirse convenientemente el trabajo, empleando procedimientos idénticos, a fin de obtener en las diversas partes de la Carta, la homogeneidad indispensable."
"La Academia de Ciencias, habiendo tenido conocimiento de las comunicaciones oficiosas que el señor Director del Observatorio de París ha recibido de un gran número de astrónomos, sobre la oportunidad de la reunión de una Conferencia Internacional, en que la cuestión fuese estudiada y discutida en común, ha pensado en que dicha Conferencia podría tener lugar en el Observatorio de París durante las vacaciones de Pascuas, el 16 de Abril de 1887 y espera que tendrá Ud. la bondad de asistir a ella. Acepte Ud. la seguridad de nuestra más distinguida consideración. Los secretarios perpetuos de la Academia de Ciencias, J. Bertrand.--- A. Vulpian."
Treinta y seis astrónomos extranjeros pudieron concurrir a la Conferencia, si bien todos los invitados respondieron unánimes al pensamiento de la Academia. El 16 de Abril de 1887, como se había anunciado, se abrió el Congreso astro-fotográfico internacional, bajo la presidencia del señor Ministro de Negocios extranjeros en sustitución y por ausencia del Ministro de Instrucción Pública.
Veámos lo que en aquella época pasaba en nuestro Observatorio de Tacubaya. Comprendiendo, el que esto escribe, la utilidad de la Fotografía en las investigaciones astronómicas, ha venido procurando por cuantos medios han estado a su alcance, la introducción y progreso de tan importante ramo en el Observatorio que se ha confiado á mi dirección. La compra de un foto-heliógrafo que desde 1882 adquirí con motivo del paso de Venus por el disco solar, las aplicaciones aunque pocas y aisladas que en distintas ocasiones he logrado que se hagan con aquel instrumento y el haber conseguido del Gobierno en 1885, que el Sr. Teniente Coronel D. Teodoro Quintana viniera en comisión al Observatorio a encargarse de la parte fotográfica, prueban claramente el interés que he tenido porque se cultive entre nosotros el ramo que me ocupa. Más como sucede con todas las nuevas ideas o instituciones, hemos tropezado con dificultades de todo género; pero a pesar de ellas y no obstante las atenciones del Sr. Quintana en el departamento fotográfico que en el Estado Mayor a su cargo, con una constancia digna de todo elogio, logró obtener con nuestro grande ecuatorial fotografías de la Luna, que comparadas con algunas que conocíamos de otros observatorios de justo renombre, nos dieron á entender que bien podíamos someterlas al juicio de personas experimentadas y competentes, con el fin principal de recibir de ellas consejos que nos serían de suma utilidad. Así lo hice, enviando nuestros primeros ensayos a los Sres. Bouquet de la Grye y Mouchez.
Cuando llegaron nuestras fotografías a París, acababa de cerrarse el Congreso Internacional de Astrónomos, pero había quedado nombrado un Comité permanente con las facultades necesarias para obrar a nombre del Congreso, conforme a las bases aprobadas por éste. El Comité permanente quedó formado de once miembros que nombró el Congreso y de los directores de los observatorios que debieran tomar parte en la formación de la Carta del Cielo, los cuales se considerarían como miembros de derecho. El Comité permanente, nombró a su vez ,una especie de Comisión ejecutiva con el nombre de "Bureau du Comité permanente," compuesta de un presidente, cinco miembros y tres secretarios, quedando nombrado para el primer cargo el Sr. Mouchez.
Mi carta fue dirigida al Sr. Bouquet de la Grye, a quien le suplicaba, que presentará a mi nombre al Observatorio de París, una de las fotografías lunares que le enviaba, con el fin principal de recibir consejos de personas competentes. El resultado supero a nuestras esperanzas como se ve en la siguiente carta que me dirigió el Sr. Mouchez.
"Bureau del Comité Internacional Permanente para la ejecución fotográfica de la Carta del Cielo.--- Presidente.---- Observatorio de París, Mayo 10 de 1887.--- Señor Director: El Sr. Bouquet de la Grye me ha remitido la magnífica fotografía de la Luna, que por encargo de Ud., ofrece al Observatorio de París. Felicito a Ud. ardientemente por el muy bello resultado obtenido por el Sr. Teniente Coronel Quintana; todos los detalles han salido con una claridad perfecta, que prueba no solamente la habilidad del observador, sino también la pureza de vuestro cielo y la bondad de vuestro objetivo. Ignoraba por completo que el Observatorio de Tacubaya se ocupara en fotografías celestes; pues a haberlo sabido con oportunidad, habría tenido el honor de dirigir a Ud. una invitación a nuestro Congreso Astronómico en el que se acaba de decidir, a propuesta mía, la ejecución fotográfica de la Carta del Cielo."
"A juzgar por el tenor de la carta de Ud., al Sr. Bouquet de la Grye, parece que sería posible el que Ud. tomará parte en ese gran trabajo; si así fuese realmente, mucho le agradecería que me lo haga saber, para informar de ello al Comité Internacional Permanente, quien me ha encargado de arreglar los preparativos. La participación de México en nuestra obra internacional, sería tanto más preciosa; cuanto que vuestro clima es espléndido, a una altitud considerable, y que vuestro Observatorio sería el más austral de todos los del hemisferio Norte."
"Sería, pues, de desear muy vivamente que vuestro Gobierno consintiese en hacer los gastos poco elevados del aparato adoptado por el Congreso Internacional. Tendrá Ud. en el Teniente Coronel Quintana un muy hábil astrónomo fotógrafo, para ejecutar todas las prescripciones contenidas en las decisiones del Congreso, y que deberán ser uniformemente ejecutadas por los quince o veinte observatorios que van a cooperar a la ejecución de este importante proyecto."
"Muy pronto enviaré a Ud., las actas de las sesiones del Congreso Internacional, en donde encontrará Ud. todas las profundas discusiones sostenidas por los astrónomos más competentes y todas las decisiones tomadas. "
"En espera de que muy pronto me dará Ud. la buena nueva de su adhesión para comunicarla al Comité Internacional, suplico a Ud., señor Director, que se sirva aceptar la seguridad mi más distinguida consideración ."
"El Presidente del Bureau del Comité Internacional
Permanente, ù E. Mouchez. ---
Al Sr. Angel Anguiano,
Director del Observatorio de Tacubaya."
Inmediatamente que recibí la invitación del Sr. Mouchez, lo participé á la Secretaría de Fomento, pidiendo la autorización y recursos necesarios para tal objeto. Al principio se presentaron serias dificultades, pero habiendo logrado hablar al Señor Presidente de la República, quedaron satisfechos mis deseos después de la conferencia que logré tener con el Primer Magistrado de la Nación en la tarde del 6 de Junio de 1887, recibiendo nuevas pruebas del interés especial con que ve el Sr. General Díaz todo aquello que se refiere al buen nombre de México. Tuve después que hablar también, sobre el mismo objeto, al Señor Secretario de Hacienda, Lic. D. Manuel Dublán, quien con exquisita finura me ofreció su valiosísima cooperación en este asunto, dejando de esta manera asegurado el buen éxito de nuestra empresa y abierto un camino de lisonjera perspectiva en el porvenir del Observatorio.
He aquí mi contestación a la carta de invitación del Sr. Mouchez :
"Tacubaya, Junio 8 de 1887.- Sr. E. Mouchez, Director del Observatorio de París.- Muy señor mío: He recibido la grata Ud., de fecha 10 del próximo pasado, en que después de felicitarme por el resultado fotográfico obtenido en este Observatorio, y de manifestarme que si oportunamente hubiese Ud. tenido conocimiento de nuestros trabajos en fotografía celeste, se me habría invitado al Congreso Astronómico, que por iniciativa de Ud., ha tenido lugar en esa Capital, me recomienda Ud. le haga saber si mi Gobierno estaría dispuesto a que México tomase parte en la realización del gran proyecto de la formación de la Carta Celeste por medio de la fotografía. Piensa Ud., señor Director, que la participación de México en la obra internacional que se trata de llevar a cabo, sería tanto más preciosa, cuando que nuestro clima es espléndido, a una altitud considerable, y que nuestro Observatorio vendría a ser el más austral de los del hemisferio Norte. En fin, la carta de Ud. contiene frases tan llenas de bondad para nosotros y tan halagadoras para mi patria, que antes que todo, debo dar a Ud., las más cumplidas gracias por su bondadosa atención y por los deseos que se sirve Ud. significarme, y que altamente estima este Observatorio. El Sr. Quintana me encarga también haga a Ud. presente su reconocimiento, por las benévolas palabras que a él se refieren." "Inmediatamente después que leí la carta de Ud., la transcribí a la Secretaría de Fomento, logrando después hablar personalmente con el Señor Presidente de la República. De mi conferencia con el Primer Magistrado de la Nación, resultó lo que yo esperaba, al serme conocidas, como me son, sus ideas de progreso y de protección a la ciencia, autorizándome para manifestar a Ud., como tengo la honra de hacerlo, que este Observatorio acepta gustoso la invitación que se le hace de tomar parte en el gran trabajo de la Carta Celeste, conforme a las resoluciones tomadas por el Congreso Internacional de Astrónomos reunido últimamente en París, y además, que el Gobierno de México está dispuesto a hacer los gastos que se necesiten para la adquisición del aparato fotográfico adoptado por el Congreso Internacional y para su conveniente instalación. Al efecto, señor Director, me permito, en carta separada, pedir a Ud. algunos datos y noticias que me son necesarias para tener todo listo en tiempo oportuno. Sírvase Ud. aceptar las seguridades de mi más alta consideración y aprecio."
Mis primeros pasos se dirigieron a adquirir datos sobre
las condiciones que debería satisfacer el nuevo instrumento, su
costo, etc. Mi primer pensamiento fué mandar hacer el ecuatorial
fotográfico a la casa constructora de los Sres. Gautier de París,
donde los Sres. Henry habrían tenido que encargarse de la parte
óptica. Esto ofrecía desde luego dos ventajas; la primera,
obtener nuestro instrumento de las mismas hábiles manos que habían
construido el ecuatorial que ha servido de tipo al Congreso Internacional,
al dictar sus resoluciones; y segunda, contar con las inspección
y vigilancia del Sr. Mouchez, de que estaba casi seguro y que después
me ofreció en otra carta para el caso en que me resolviera a recurrir
a los Sres. Gautier. Pero había consideraciones de otro género
que me obligaron a dirigirme al Sr. Grubb, pidiéndole planos, presupuestos
y condiciones. Al recibir éstos, recibí también la
confirmación de que aquellas consideraciones que me inclinaban más
a la fábrica Grubb, eran perfectamente fundadas, y consistían
principalmente en que la casa Gautier no podía terminar mi instrumento
en menos de un plazo de dos años y medio.
Esto no debía, sin embargo bastar para tomar una resolución definitiva. Había otros puntos de importancia que resolver. El Congreso establecía solamente las condiciones de que los instrumentos fuesen refractores, de que la abertura del objetivo fuera de 0.33m y la distancia de 3.43m, dejando en libertad a los directores de los observatorios para dirigirse á los fabricantes que quisieran, y sin hablar del sistema paraláctico que debiera adoptarse. Hay dos sistemas en los ecuatoriales que se disputan la preferencia, conocidos con los nombres de sistema inglés y sistema alemán. El primero consisten en fijar el anteojo en el centro de una armadura que se mueve al rededor del eje polar, cuyos extremos materiales descansan en dos postes distintos o independientes que generalmente forman parte o están ligados con el muro circular de la torre en que descansa la cúpula. El segundo, al contrario, sólo exige un solo poste en el interior de la torre, el cual se puede y se debe construir enteramente aislado del resto de la construcción. Tal es el sistema del grande ecuatorial del Observatorio. El Sr. Grubb es partidario del sistema alemán, y el Sr. Mouchez del sistema inglés. La positiva ventaja que ofrece el sistema inglés consiste en que para pasar de la región oriental a la occidental, no se necesita invertir el instrumento; mientras que en el sistema alemán hay que hacer por fuerza esa inversión y entretanto interrumpir las observaciones. Más desde luego hay que advertir que este defecto, si realmente puede llamarse así, se ha subsanado por completo desde el momento en que la moderna construcción permite observar con toda seguridad hasta hora y media y tal vez dos horas después de la posición meridiana con el anteojo al Oeste, o antes en igual tiempo con el anteojo al Este. Como la operación fotográfica sólo puede exigir que no haya cambio en el anteojo por espacio de una hora u hora y media si se quiere, a lo sumo, desaparece por completo aquel defecto. Por lo demás, no cabe duda, en mi concepto, que el sistema alemán ofrece sobre el inglés las ventajas de ser más firme, menos estorboso y aun más elegante a mi modo de ver, y tal vez más económico.
Otra razón más: El Sr. Grubb proponía algunas mejoras de importancia, consistiendo la principal en un regulador eléctrico para el reloj que destruya aun las más pequeñas irregularidades que pueda haber en el movimiento de relojería trasmitido al anteojo y permita, en consecuencia, que el movimiento de éste sea tan uniforme como es de desearse. Después de haber aceptado las condiciones del Sr. Grubb, me propuso y yo acepté una modificación adoptada por el Sr. Christie, Director del Observatorio de Greenwich, que consiste en que el objetivo del buscador tenga 10 pulgadas de abertura en vez de 8, la que permite mayor precisión al procurar la fijeza de las estrellas en el campo del anteojo, condición que como esencial exige la fotografía y que nuestro instrumento llenará sin duda muy satisfactoriamente. En fin, las explicaciones dadas por el Sr. Grubb; sus referencias a algunos estudios suyos y publicados en algunos periódicos científicos, y que prueban, fuera de otras razones que yo he tenido para creerlo así, la habilidad y conocimientos científicos del inteligente constructor de Dublín; el plazo de un año que se me fijó para la construcción del instrumento, y el parecer, del todo conforme con el mio, de los Sres. Quintana y Valle, me decidieron a adoptar las propuestas hechas por el Sr. Grubb. Haré un extracto de las principales condiciones que debe satisfacer nuestro instrumento, que probablemente habrá llegado ya a nuestro poder para cuando estas líneas vean la luz pública.
Nuestro ecuatorial fotográfico debe satisfacer antes que todo, las condiciones contenidas en las resoluciones dictadas por el Congreso Internacional, y que consisten en que el anteojo sea refractor, en que la abertura del objetivo fotográfico sea 0.33m y su distancia focal de 3.43m próximamente, y que el aplanetismo y el acromatismo de los objetivos sean calculados por las radiaciones inmediatas a la raya de G de Fraunhofer. Para comprender bien esto último, advertiremos que se usan dos palabras cuya significación no debe confundirse, aplanetismo y aplanatismo. Con la primera se da a entender la desaparición completa del efecto conocido con el nombre de aberración de esfericidad, el cual consiste en que los rayos luminosos que atraviesan el objetivo más o menos cerca de los bordes, no van a concurrir en el mismo punto, o podemos decir, no tienen su foco a la misma distancia que los rayos inmediatos al centro. El aplanatismo se refiere a que todos los puntos observables en el campo del anteojo están situados en una superficie plana, como lo es la superficie de las placas sensibilizadas. La falta del aplanetismo puede provenir también de que no siendo igualmente refrangibles los rayos del espectro, los puntos de concurso, no obstante el acromatismo, no correspondan con un punto único del eje, por cuya razón el Congreso fijó que la distancia focal mínima debe corresponder a una radiación inmediata a la raya de G de Fraunhofer, que es la parte del espectro a que las placas ordinarias presentan mayor sensibilidad, por que si bien es cierto que las placas preparadas con cloruro de plata ofrecen mayor sensibilidad para radiaciones violeta o ultra-violeta, hay la circunstancia de que estas radiaciones son absorbidas casi en su totalidad por el objetivo.
Nuestro ecuatorial fotográfico debe además ser idéntico en forma y construcción al aprobado por el Comité de la Sociedad Astronómica Inglesa y recomendado para los instrumentos que deberán construirse por cuenta del Gobierno Británico.
Habrá medios de corregir la orientación en la plancha que sirve de base al instrumento, mejora que generalmente no tienen instrumentos de ese género.
Se podrá observar con plena seguridad, según he indicado antes, hasta hora y media antes o después del meridiano, según la posición del anteojo, cualquiera que sea la distancia polar, sin necesidad de invertir el mismo anteojo.
Toda la parte movible del instrumento en que se encuentra el anteojo será equilibrada con bastante perfección y trasmitirá, por medio de un sencillo mecanismo, un 19/20 de su peso total a un punto de apoyo en la base del montante.
El sector que comunique el movimiento al eje polar, tendrá un radio de 24 pulgadas y con una extensión que corresponde por lo menos a dos horas y media.
El reloj será de un sistema nuevo y perfeccionado, consistiendo su principal novedad en una varilla reguladora enroscada que embraga directamente en una rueda dentada, con el fin de evitar los errores de embragues intermediarios. Tendrá, además, un regulador eléctrico que consiste en un "acusador" o "revelador" y un par de conectores según lo ha adoptado ya el constructor en varios relojes ecuatoriales de reciente construcción.
Tendrá el instrumento un tornillo diferencial de movimiento lento, de manera que además del movimiento de aproximación en ascensión recta para llevar la estrella al centro del campo del anteojo, se le podrá dar al instrumento un movimiento aun más delicado y lento para mantener el astro sobre la retícula del indicador.
Los círculos de ascensión recta tendrán 15 pulgadas de diámetro, con divisiones sobre plata. El círculo de declinación tendrá 18 pulgadas y para hacer la lectura de sus indicaciones, estará iluminado con lámparas eléctricas fijas.
Se suministrará un pequeño anteojo para orientar los objetivos y las placas fotográficas, según lo emplea el Dr. Gill.
Conforme al sistema del mismo Dr. Gill, el anteojo fotográfico estará provisto en el extremo ocular de un aparto delicado para afocar con dos chássis aparentes para placas de 6 pulgadas por lado.
Tales son, entre otras, las principales condiciones que debe satisfacer el Sr. Grubb en el nuevo instrumento, por lo que espero que ningún otro le aventajará en perfección.
El Congreso tuvo cuatro sesiones.
Para el estudio de asuntos especiales, se nombraron las siguientes comisiones. Un Comité Técnico con el objeto de estudiar y proponer al Congreso lo más conveniente sobre las condiciones que deben satisfacer los instrumentos y sobre el límite de las magnitudes fotográficas. El Comité Técnico tuvó solamente una sesión. En seguida se nombraron dos Secciones, una con el nombre de Astro-fotográfica y otra puramente Astronómica; la primera tuvo dos sesiones y las segunda tres. Por último, se nombró un Comité permanente cuyo objeto debería ser la realización de las resoluciones del Congreso y el cual, nombró a su vez, lo que llamó "Bureau du Comité Permanent;" uno y otro tuvieron solamente una sesión.
Antes de hacer un extracto de algunos de los puntos tratados en el Congreso y que creo importantes, no debo dispensarme de dar a conocer los discursos pronunciados en la sesión de apertura del Congreso.
"El primer pensamiento de esta reunión, pertenece al Señor Director del Observatorio de París, quien ha querido que las invitaciones os hubiesen sido dirigidas por la Academia de Ciencias, como para testificar, una vez más, la íntima unión que nos liga a un establecimiento nacido al mismo tiempo que la Academia y cuyo Director ha sido siempre elegido y lo es aun entre los miembros más eminentes de nuestra Academia".
"El Señor Almirante Mouchez ha hecho demasiado por el estudio fotográfico del Cielo, para que tenga el derecho de querer hacer más aun y en verdad que no podía hacer otra cosa mejor para llegar a su objeto, que recurrir a vuestras luces. El, os presenta su concurso y el de sus colaboradores, cuyo alto precio es testificado ya por éxitos brillantes.
La Academia no es la única en tomar un vivo interés en nuestros trabajos; la presencia del Señor Ministro de Negocios Extranjeros, os da una prueba de que el progreso, en todas sus formas, es en Francia la preocupación de todos.
El Sr. Flourens lleva un nombre ilustre, caro a la Ciencia y a la Academia, que nos sea permitido darle las gracias a nombre de ellas por esta nueva prueba de benevolencia y de simpatía que nos da a todos."
SEÑORES :
"Tengo la honra de daros la bienvenida en nombre de la Francia que os ofrece aquí su cordial hospitalidad.
Me felicito de que me haya tocado en suerte la misión de cumplimentaros en nombre del Gobierno de la República, dandoos las gracias por haber aceptado las invitaciones que os fueron dirigidas por el eminente y simpático Director de nuestro Observatorio."
Grande es el trabajo que vais a emprender y que llevaréis sin duda a feliz término, gracias a las luces que no traéis de todos los puntos del globo. En la realización de esta obra, contaréis, estoy seguro, con el apoyo de todos los Gobiernos que se hallan animados en este momento de una noble emulación por el desarrollo de la Ciencia. En todos casos, podéis contar desde ahora con el concurso del Gobierno de la República Francesa, en cuyo nombre tengo la honra de dirigiros la palabra.
Unidos por un acuerdo fecundo y cordial, vais a sentar las bases de la ejecución de una Carta del Cielo, cuya precisión sobrepasará en mucho, no solamente a todo lo que se ha realizado, sino también, a lo que se había podido pensar hasta hoy. Por una maravillosa aplicación de la Fotografía, de este arte tan rico en resultados imprevistos, vais a dirigir el ojo humano a las profundidades, donde con el auxilio de los más poderosos telescopios, no se había creído posible llegar a penetrar. Es incalculable el número de estrellas desconocidas hasta hoy y cuya existencia será de esa manera revelada.
Será, Señores, para vuestro nombre una gloria eterna el haber prestado vuestra preciosa ayuda a la inauguración de esta grande empresa, y el día la apertura de este Congreso, hará época en los anales de la Ciencia humana. Una era nueva se abre tanto para la Astronomía física como para la Astronomía matemática, pues ambas podrán disponer de un medio de investigación, de prueba y de exactitud que aumentará en proporción indefinida la fecundidad de sus exploraciones. Vais a escribir la primera página auténtica de las transformaciones y modificaciones de la materia cósmica, es decir, la historia del Universo mismo.
Quisiera cumplimentar, por sus nombres y por sus obras, a cada uno de los sabios ilustres que se hallan reunidos en este recinto; pero sería abusar de los tan preciosos como cortos instantes de nuestra reunión. Nuestros huéspedes, tendrán a bien el que yo los honre a todos en la persona de su decano, el ilustre Sr. Struve, cuyo nombre es tan simpático a la Francia, y cuyo vigésimo quinto aniversario como Director del célebre Observatorio de Poulkova, se festejaba poco há.
Aceptad, Señores, mis votos más sinceros por el feliz éxito de vuestros esfuerzos, la nueva seguridad del concurso del Gobierno de la República."
"Permitidme, Señor Ministro, que os dé las gracias a nombre de mis colegas del Congreso Astro-fotográfico, por las entusiastas y benévolas palabras que acabáis de dirigirnos. Nos consideramos felices de haber sido llamados para asociarnos a la obra propuesta, cuya iniciativa pertenece enteramente a la Francia. La reconoceremos con gratitud: en esta empresa, como de costumbre en todos los progresos de la inteligencia humana, vuestra patria marcha a la cabeza del mundo civilizado.
Hace justamente un siglo que las experiencias de Daguerre, inauguraron una era de trabajos que reconocen por base el efecto químico de los rayos luminosos. Hasta hoy la Fotografía ha prestado ya eminente servicios a la Astronomía, en su aplicación al estudio de las superficies del Sol y de la Luna. Sin embargo, con excepción de algunos ensayos preliminares, muy preciosos, es cierto, pero que han quedado aislados; su aplicación a la descripción del cielo estrellado ha sido caso estéril. Gracias a los estudios emprendidos con tanta habilidad como perseverancia en el Observatorio de París, bajo la acertada dirección del Almirante Mouchez, la Fotografía celeste ha llegado en los últimos años a un desarrollo de que puede vanagloriarse. Somos felices al esperar que en lo sucesivo, ella nos suministrará datos los más ricos y de gran importancia incomparablemente superior para todas las investigaciones relativas a la constitución del Universo y a las f
En efecto, la Astronomía práctica posee actualmente en la Fotografía un instrumento del más alto valor y que probablemente con el tiempo facilitará en gran manera nuestros espinosos estudios. Pero seámos parcos en nuestras previsiones.. Por el momento no debemos considerar la Fotografía sino como un instrumento precioso, pero cuyo estudio está por completarse. Debemos tratar de elevar la Fotografía celeste a un grado de perfección, que la hará digna de concurrir bajo todos sus aspectos, con los métodos de observación usados hasta el presente, método que ha valido a la Astronomía práctica la envidiable posición de una ciencia experimental, cuyas conclusiones pueden rivalizar en rigor, con las teorías matemáticas. He aquí el objeto hacia el cual deben tender nuestros esfuerzos, y los primeros pasos en esta dirección serán, lo esperamos, las deliberaciones sobre el gigantesco trabajo que tenemos la intención de emprender de emprender
Tratemos pues, Señores y muy honorables colegas, de hacer las deliberaciones del Congreso tan fructuosas y sólidas como no es posible en el estado actual de nuestros conocimientos. Este es nuestro deber como hombres de ciencia, y será a la vez la expresión más señalada de nuestras gratitud hacia la Francia que nos ha convocado con este objeto y que anima en nuestros esfuerzos por la amable y benévola acogida que nos ofrece por conducto del Señor Ministro.
Recibid, Señor Ministro, las expresiones de nuestra gratitud igualmente viva y sincera."
SEÑORES:
"Vengo a nombre del Observatorio de París, a dar la bienvenida a los ilustres sabios que han tenido a bien aceptar nuestra invitación a este Congreso Internacional en que va a decidirse la ejecución de una obra de una importancia capital para el porvenir de la Astronomía.
Os doy las gracias vivamente por la cordial solicitud con que habéis acudido a nuestro llamamiento, lo que prueba al alto interés con que veis esta nueva rama de la ciencia, la Fotografía Astronómica que en virtud de vuestros recientes trabajos ha hecho tan admirables como rápidos progresos."
Ella ha venido a ser en el día un maravilloso y poderoso auxiliar cuyo alto valor no se ha podido apreciar lo bastante y que permitiendo recoger en una hora de experiencia un documento que habría exigido un año de trabajo, por los antiguos métodos, va a trasformar completamente los lentos y laboriosos procedimientos astronómicos. Sin duda que se presentará alguna resistencia tal vez débil, y algún disgusto como consecuencia inevitable de todo gran progreso, pero pronto se desvanecerán ante la brillante luz del éxito, como han desaparecido hace medio siglo nuestras antiguas diligencias ante el triunfo de la locomotiva.
Es en verdad un grande honor para nuestro Observatorio Nacional, recibir después de los progresos que también ha realizado, a la primera Asamblea en que se va a inaugurar esta era nueva para la Ciencia Astronómica.
Será una fecha gloriosa e imperecedera en su historia, como lo es en la historia de la Astronomía, la obra grandiosa que queremos legar a las generaciones futuras, obra que se podrá definir como el inventario exacto y tan completo como es posible del Universo perceptible al terminar el Siglo XIX.
Tengo la firme esperanza de que reunidos todos aquí con un mismo y único objeto, animados del mismo amor desinteresado a la Ciencia, de la misma adhesión absoluta al progreso, sabremos reunir en perfecta armonía a nuestras quince nacionalidades diferentes, y que el acuerdo más cordial y fecundo nos permitirá encontrar una solución satisfactoria a todas las cuestiones, por numerosas y delicadas que ellas parezcan a primera vista.
No dudo que ante nuestra unión y unanimidad en nuestras resoluciones, nuestros Gobiernos respectivos no nos conceden fácilmente los créditos que vamos a pedirles, créditos bien modestos, por otra parte, en vista de la importancia de la obra que se trata de realizar.
Es de desearse muy vivamente, tanto por el interés de la Astronomía futura, como por honor de la ciencia actual, que pudiésemos obtener los recursos suficientes para ejecutar esta Carta del Cielo tan completa como sea posible.
Si por economía o por otro motivo se fijasen límites demasiado restringidos, perdería la Carta una parte de su interés y de su utilidad al grado que en un porvenir no lejano habría necesidad de volverla a comenzar sin duda en mejores condiciones. Debemos tener una ambición más elevada, y es necesario esperar que se nos concedan los medios de realizar nuestros proyectos tan completamente como lo exige el estado actual de la Ciencia.
En Francia contamos ya con la garantía que nos ofrece el benévolo interés que el Ministro de Negocios Extranjeros, Sr. Flourens, acaba de manifestarnos en nombre del Gobierno. Le estamos por esto muy reconocidos y yo le doy las gracias más expresivas a nombre de todos.
Sabemos por otra parte, que gracias a la intención tan ilustrada del Director de la Enseñanza Superior, Sr. Liard y a la decisión favorable tomada por el Sr. Goblet, Ministro entonces de Instrucción Pública, tenemos seguridad de obtener los fondos necesarios para la construcción de algunos aparatos.
Debo igualmente dar las gracias a nuestro eminente Secretario perpetuo Sr. Bertrand, quien a nombre de la Academia de Ciencias cuyo alto y benévolo patrocinio jamás ha faltado al Observatorio de París, ha sabido dar a nuestra convocatoria toda la gran autoridad científica y moral que debía tener para que fuese favorablemente acogida.
No me resta ya más que hacer los votos más sinceros por completo éxito de nuestra obra, el cual, no puede ser dudoso un instante, cuando se consideran las numerosas y muy altas ilustraciones científicas que hacen de esta reunión de astrónomos una de las más considerables y de las más importantes que se hayan visto alguna vez."
En seguida se hicieron por aclamación los siguientes nombramientos:
Entre las diversas cuestiones que se trataron en el Congreso, nos fijaremos especialmente en aquellas de carácter más científico o técnico, con el fin de dar a conocer las ideas que prevalecen sobre algunos puntos de suma importancia.
Al tratar de la elección de los instrumentos reflectores y refractores, se convino en dar la preferencia a los refractores, no obstante las ventajas de los reflectores ofrecen sobre aquellos. El reflector, se dijo, es el instrumento de trabajo por excelencia; los rayos luminosos se encuentran en él reunidos en el mismo foco y permite la facultad tan preciosa de poder dar a la abertura dimensiones mayores que en el refractor. El reflector es independiente de la aberración cromática y evita el aumento de las imágenes estelares por el espectro secundario. En fin, los trabajos fotográficos hechos en los dos últimos años nada dejan que desear, al grado de ser, si no superiores, por lo menos iguales a los ejecutados con los refractores. Todos, sin embargo, convinieron en dar la preferencia al refractor, en atención de ser más fácil y más generalizado su manejo, de no exigir tanta habilidad en el observador, ni tanto cuidado y precauciones como el reflector, y de ser más fácil alcanzar las mismas condiciones ópticas y la uniformidad necesaria en el refractor que en el reflector.
Al tratar de las dimensiones del instrumento, asunto que se consideró, como era natural, íntimamente enlazado con el del límite de las estrellas a que debía extenderse la Carta, se tuvieron presentes estos tres puntos importantes. Primero, la idea de que no fuesen excesivos los gastos para el Gobierno, Segundo, la conveniencia de limitar la abertura del objetivo fotográfico en vista de las turbaciones que sufren las radiaciones fotogénicas, lo que hace aumentar la extensión de la imagen a expensas de su intensidad. En efecto, dijo el Sr. Cornu, la concentración focal de la luz depende esencialmente del estado de tranquilidad de la atmósfera. Las agitaciones de ésta, producen a la simple vista el fenómeno conocido con el nombre de cintilación y los grandes instrumentos no llegan a tener realmente todo su poder sino en condiciones atmosféricas excepcionales. Debe por lo mismo haber para un estado medio en la atmósfera, una dimensión más favorable a las observaciones fotográficas, como existe una para las observaciones visuales. De las dos consideraciones anteriores, resultó el tercer punto que se tuvó presente al resolver sobre la tan importante cuestión, y fue el hecho de que el ecuatorial fotográfico empleado por los Sres. Henry en el Observatorio de París, había dado excelentes resultados, pudiendo revelar en un cuarto de hora de exposición, estrellas de 14ª magnitud, límite en el que estaba de acuerdo la mayoría. Su precio además, era moderado. Quedan en consecuencia, fijadas las dimensiones siguientes: 0.33m de abertura por 3.43m de distancia focal.
El Sr. Mouchez como puede deducirse de su discurso de apertura y el Sr. Faye, según manifestación hecha al Comité Técnico, han lamentado que el Congreso fijase un límite tan bajo para las estrellas que deben fotografiarse. Una gran mayoría, sin embargo, estuvo por este límite de 14ª. magnitud; pero por respetables que me parezcan las grandes notabilidades astronómicas que señalaron aquel límite, no puedo dejar de ver en esta resolución algo que no cuadra con la idea grandiosa y levantada del Sr. Mouchez, cual es legar al Siglo XX todo lo que puede revelar la Fotografía en los últimos años del Siglo XIX, dentro de los límites prudentes de generalidad, de economía y de perfecta seguridad en el resultado. No es una vana pretensión la de ir más allá de lo señalado; es un loable, justo y natural deseo de no quedarse a la mitad del camino, cuando para dar un paso más no se exigen sino los mismos elementos con que se cuenta y sólo se trata de duplicar el tiempo de exposición, esto es , de fijar 30 minutos en lugar de 15, en lo que sin duda permite con igual seguridad la perfección a que se ha llegado en el movimiento de relojería que mueve los ecuatoriales. yo lamento también, que el congreso se halla detenido en ese l7iacute;mite, cuya razon no he podido descubrir de manera que me convenza.
El Sr. Cornu ha hecho la observación de que el límite definido de 14ª. magnitud, corresponde no a una cifra arbitraria puesta a priori, sino a un fenómeno astronómico particular. "Existe en efecto, ha dicho, en el espíritu de todos los astrónomos aquí presentes, que la Carta del Cielo debe ser hecha en vista de no dejar escapar pequeños planetas o un planeta ultra-neptuniano.
"Y aunque no se puede afirmar que no existan astros de esa naturaleza de un brillo más débil, es ponerse muy por encima de todas las probabilidades al aceptar la 14ª. magnitud como límite aceptable para ese género de investigaciones."
Más yo me hago la reflexión, de que no siendo la manifestado por el Sr. Cornu el único objeto de la Carta, sino el de penetrar con otros motivos de importante estudio en las regiones estelares hasta donde lo permitan nuestros medios de acción y medios moderados, económicos, prudentes y seguros y aprobados ya por el Congreso, ¿que qué no dar un paso más, cuando para ello solo se exige duplicar el corto tiempo de exposición señalado y cuando en cambio se puede aumentar considerablemente el número de estrellas del Catálogo?.
No desconozco las dificultades prácticas que deben presentarse para que las placas sean impresionadas por estrellas de 15ª. magnitud. Sin duda que esto exige mayor trabajo y mayor habilidad, para vencer las dificultades que se presenten, pero entre todas las que señalan las personas prácticas en esa clase de trabajos, sólo una considero de cierta fuerza pero sin que sea bastante para que me haga cambiar de opinión, y es la imposibilidad de que aparezcan en el papel, al hacer la traslación sobre él, de las estrellas de la placa fotográfica, las estrellas de 15ª. magnitud; por cuyo motivo habría necesidad de trasladarlas por otros procedimientos. Más fuera de que en esto no veo una serie dificultad, entiendo que con aumentar un poco más el tiempo de exposición o aumentando la sensibilidad de la placa, cosa nada difícil para el progreso creciente de la fotografía, desaparecería aquel inconveniente si tal puede llamarse.
La sección astro-fotográfica se ocupó de las cualidades ópticas del instrumento y de las que debían tener los clichés. Se habló del cristal de Feil y del fabricando en Jena, de la sensibilidad de las placas, de la idea del Sr. Grubb de que fuesen curvas, de la manera de conservarlas y de la conveniencia de que una sola casa se encargase de su fabricación; pero en medio de todo esto, se vino a convenir en dejar cierta libertad a los Directores de los Observatorios y a los constructores, prescribiéndoles únicamente algunas reglas precisas sobre el aplanetismo y acromatismo, sobre la amplitud del campo y sobre la unidad de la fórmula que debe emplearse en la preparación de las placas, que deben ser planas, estando ya fijadas las dimensiones del objetivo fotográfico.
Al hablar de la amplitud del campo, la cual depende de la distorsión de la imagen, los Sres. Christie y Henry (P.) dieron a conocer resultados distintos. La distorsión, esto es, la deformación de la imagen no comienza sino a un grado de distancia del centro del campo, en concepto del Sr. Henry, quien se funda, además, en un párrafo escrito por el Sr. Common; mientras que el Sr. Christie expone resultados distintos. Dice este sabio astrónomo que llamando a y b los ejes de las elipses que afectan las imágenes a distancias variables del centro del campo y suponiendo que en dicho centro, la imagen se reduzca a un punto, los resultados que él ha obtenido de sus cálculos son los siguientes:
Distancia angular |
|||
al centro del campo |
a |
b |
|
0.grados |
0."0 |
0."0 |
|
0.5 |
2.8 |
1.3 |
|
1.0 |
11.0 |
5.0 |
|
1.5 |
25.0 |
11.4 |
|
2.0 |
44.0 |
20.0 |
Estos resultados se confirman según el Sr. Christie, con las medidas hechas sobre placas de los Sres. Henry, y añade que esto es en el supuesto de que el afocamiento tiene lugar para el centro de la placa; pero cree, que poniendo la placa un poco adentro del foco para el centro, se podría por un especie de compensación, disminuir las distorsiones para las partes más alejadas y aumentar así la extensión utilizable del campo.
Se aprobó, en fin, que el campo utilizable fuese de 1 grado a partir del centro.
Para asegurarse de la existencia de todas las estrellas en el cliché, haciendo desaparecer toda duda sobre algunos puntos que pudieran ser puntos muertos de la placa, o impurezas accidentales de la capa de gelatina, se tuvieron dos ideas: o tomar series duplicadas de fotografías en distintas placas, o repetir la exposición en la misma placa cambiándola un poco de lugar. Los Sres. Henry han empleado un método que consiste en repetir tres veces la exposición sobre el mismo cliché. Oigamos lo que el Sr. Mouchez dice en su precioso tratado sobre la Fotografía astronómica, pág. 31, impreso en 1887, al hablar del procedimiento de los Sres. Henry "En realidad, dos reproducciones de la misma región del Cielo serían suficientes para reconocer y evitar los errores; pero se ha pensado que si dos exposiciones fuesen hechas sobre clichés diferentes con algunos días de intervalo, como lo proponen ciertos astrónomos, su comparación sería una operación larga y penosa cuando tiene que hacerse con el microscopio sobre puntos sumamente débiles y frecuentemente aislados.
Se podría, sin duda, hacer dos exposiciones sucesivamente sobre el mismo cliché desalojándolo unos 3" o 4", de manera de obtener para cada pequeña estrella, dos imágenes muy vecinas. Pero si se quiere reproducir los clichés sobre papel, lo que será evidentemente indispensable para la Carta, ese procedimiento daría a las imágenes de las estrellas una forma un poco alargada y poco agradable a la vista; más según varias experiencias, se ha reconocido que era preferible triplicar las exposiciones, disponiéndolas de manera de formar con cada estrella un pequeño triángulo equilátero de 3" a 4" por lado.
Clichés de esta manera trasladados al papel, dan imágenes tan perfectamente redondeadas y claras, que personas no prevenidas creen que no ha podido haber más que una sola exposición, y se necesita recurrir al microscopio para separar las pequeñas estrellas y percibir la triple exposición. Este procedimiento da a las traslaciones sobre papel, un muy bello efecto artístico."
Sin embargo, todos o casi todos los miembros de la Sección, se pusieron de acuerdo en que se hiciesen para todo el Cielo dos series de clichés, arreglándolas de manera que la imagen de una estrellas, situada en el extremo angular de una placa de la primera serie, v iniese a corresponder en cuanto fuese posible, al centro de la placa de la segunda.
La Sección astronómica se ocupó también de algunos puntos de la mayor importancia, sobre todo, de la determinación de las estrellas fundamentales y de referencia, de la escala y de la orientación. Sobre lo primero, se pensó no solamente en tener clichés que contuvieran las estrellas cuya ascensión recta y declinación deben ser perfectamente conocidas para que sirvan de puntos precisos de referencia a las demás, sino que se tuvó la idea del que al formar otra serie de clichés, contuvieran un número de estrellas bastantes para formar un catálogo que superará a todos los existentes y se fijó la 11ª magnitud como límite, pudiendo de esta manera catalogar de tres a cuatro millones de estrellas, calculándose en 25 millones el número de estrellas hasta la 14ª. magnitud.
Así es que hay que tomar tres series de clichés,
aunque el tiempo de exposición de la tercera serie se reducirá
notablemente, pues según el Sr., Mouchez, en vista de experiencias
numerosas, el tiempo de exposición para las distintas magnitudes
es como sigue:
Tiempo |
Tiempo |
|||
Magnitud. |
de exposición[s] |
Magnitud. |
de exposición.[s] |
|
|
1ª. |
0.005s |
9ª. |
8.0 |
2ª. |
0.01 |
10ª. |
20.0 |
|
3ª. |
0.03 |
11ª. |
50.0 |
|
4ª. |
0.1 |
12ª. |
2m |
|
5ª. |
0.2 |
13ª. |
5m |
|
6ª. |
0.5 |
14ª. |
13m |
|
7ª. |
1.3 |
15ª. |
33m |
|
8ª. |
3.0 |
16ª. |
1h 20m |
"Esta tabla, sin embargo, dice el Sr. Mouchez, no tiene evidentemente nada de absoluto; puede variar con ciertas condiciones atmosféricas, y variará también mucho con las diferentes preparaciones de las placas, cuya sensibilidad será, sin duda, aumentada todavía."
Terminaré esta sucinta reseña con la traducción fiel y completa de las resoluciones definitivas tomadas por el Congreso.
A. Anguiano.