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Dr. Rafael E. Villaseñor M.
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Nació en la Ciudad de México D.F. Realizó los estudios para obtener el grado de Maestro en Estudios Mesoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México con el tema “Los calendarios mesoamericanos: analizados desde una perspectiva interdisciplinaria”. Actualmente está realizando sus estudios de doctorado en Estudios Mesoamericanos en la misma universidad, con el tema “El conocimiento astronómico de los antiguos mayas: estudio a partir de las Series Lunares”. |
Resumen de la ponencia
Implicaciones astronómicas en los calendarios mesoamericanos
Rafael E. Villaseñor M.
Facultad de Filosofía y Letras, UNAM
El tiempo y el espacio son las dos “categorías del entendimiento” esenciales que dominan la vida intelectual de los individuos y los pueblos puesto que ordenan todas sus funciones. Para situar las cosas dentro de estas dos categorías, son necesarios puntos de referencia que se toman de la existencia humana, así, el calendario expresa el ritmo de las actividades sociales, conformando su regularidad como un elemento que permite llevar a cabo tal ordenamiento. Si bien, el origen del calendario obedece a un aspecto funcional, marcado por los ciclos solares necesarios para una correcta aplicación en la agricultura —por citar tan sólo un ejemplo de las necesidades básicas para la subsistencia humana—, surge entonces la pregunta de por qué y para qué llevar una cuenta de 260 días.
Puesto que la cuenta de 260 días no corresponde, en el sentido estricto, a un calendario, ya que “no concuerda” con los ciclos astronómicos que rigen la vida en la tierra; en la presente exposición, con base en estudios del Geógrafo cultural Franz Tichy, se mostrarán algunos aspectos astronómicos de cómo este ciclo y sus intervalos bien pudieron haber tenido una estrecha relación con fenómenos astronómicos significativos.
